Cómo ha empezado mi aventura

Todas las personas tienen asignaturas pendientes. A veces éstas son alcanzables, a veces uno puede incluso perderse tras una quimera. Afortunadamente yo he realizado uno de mis sueños: crear una pequeña huerta. Sin embargo todo eso no fue nada fácil.
En primer lugar tuve que convencer a mi padre de que no era nada del otro mundo utilizar una parte del jardín de nuestra casa para cultivar zanahorias o calabacines. De hecho él prefiere rodearse de árboles que dan frutos y de plantas ornamentales. Pero al final conseguí persuadirle apelando a su amor por la naturaleza al ser él alguien que cuida mucho de su salud. Hoy en día todo el mundo quiere poder gozar de una calidad de vida envidiable y uno de los pilares fundamentales para mejorar la salud es llevar una dieta equilibrada rica en frutas y verduras. Tanto mejor si puedes controlar personalmente la calidad de lo que vas a comer eliminando substancias dañinas como los pesticidas.
El segundo obstáculo atañía mi limitados conocimientos en el campo de la agricultura biológica. No sabía verdaderamente por dónde empezar. Por suerte mi dos amigas del alma me ayudaron y el día de mi cumpleaños me regalaron los instrumentos indispensables para entrar con pie derecho en mi aventura. Ellas compraron un manual sobre la huerta, el material para crear un pequeño invernadero, un semillero, las herramientas, una regadera, los guantes y una variedad de semillas sorprendente, desde el perejil hasta la sandía.
Después de todo la única cosa que faltaba era el tiempo, porque tenía que acabar de escribir mi tesina de licenciatura. Por eso en cuanto me licencié empecé de inmediato a leer el manual. Desgraciadamente entendí que tenía que esperar la llegada de la primavera. Cinco meses estaban a mi disposición para llegar a tener buena mano para la jardinería pero yo estaba demasiado impaciente. Ahora con el tiempo he aprendido a conocer el verdadero sentido del proverbio “a camino largo paso corto”.